El jugador, nacido en el área metropolitana de París, marcó 256 goles en siete temporadas en el club francés
Kylian Mbappé fue una estrella desde niño, prácticamente desde que destacó en las calles de Bondy, una comuna que pertenece al área metropolitana de París. Aquel chico elástico y rápido, con talento natural para desbordar rivales, llamó la atención de ojeadores de toda Europa. Probó con el Real Madrid, estuvo cerca de irse al Chelsea, Zidane no dejaba de recomendarle, pero terminó en el Mónaco.
Hoy en día sería inimaginable que en ese elenco de nombres no estuviese el Paris Saint-Germain, pero aquel PSG no era el de hoy y ni siquiera entraba en las quinielas en la pelea por el mayor talento que había surgido en años en su ciudad.
Eran otros tiempos, pero sobre todo era otro PSG. Aquel chico de Bondy se convirtió pronto en la Cosa Azul en el futbolista del que todos hablaban. El Mónaco deslumbraba, pero también estaba en el ambiente que esa relación no duraría. Mbappé, más tarde o más temprano, buscaría recalar en alguno de los grandes clubes mundiales.
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Ahí apareció el PSG. Cuando era un adolescente, el club no formaba parte de esa constelación, pero en el 2017, cuando ya se veía incluso en la Champions el tipo de jugador que era, los parisinos ya tenían el dinero y el prestigio que se requiere para acometer un fichaje así. Mbappé, como Neymar, decidió ser uno de los primeros ladrillos sobre los que se construiría aquel edificio.
Mbappé llegó a París y fue la estrella que se esperaba. El club fue ganando ligas una detrás de otra y él se dedicó a marcar goles a un ritmo vertiginoso. 308 encuentros, 256 goles, números destacados, solo reservados a unos pocos elegidos.
En París, su ciudad, Mbappé dejó de ser un niño. Fue campeón del mundo en Rusia, con algunas actuaciones memorables, como aquella contra Argentina en cuartos de final. También fue subcampeón en Catar, y nadie se atrevería a culparle de aquella derrota, pues su desempeño en aquella final puede pasar a la historia como uno de los mejores partidos que jamás hizo un jugador que terminó perdiendo.
Mbappé fue la cara del PSG porque aunque se hubiese formado fuera no dejaba de ser el chico de Bondy que había conocido el fútbol en las calles de la capital de Francia. Su relación fue intensa y, aunque el interés del Real Madrid siempre estuvo presente, como una vieja obsesión de aquel club que incluso le había tenido en la ciudad deportiva probando cuando era un niño, él llegó hasta a renovar su contrato para mantenerse vestido de azul y rojo.
La historia de un adiós
El pasado verano, sin embargo, decidió que era el momento de marcharse. Le llamaba el Real Madrid, en aquel momento vigente campeón de Europa, el equipo más victorioso en la historia del continente. El club con el que había cubierto de pósteres la habitación de su infancia.
La despedida fue dura, pero el PSG se rearmó y logró llegar a cotas a las que no había accedido con Mbappé en su plantel. Campeones de Europa, ni más ni menos. El delantero, en Madrid, arrancó algo lento, pero terminó marcando una buena cantidad de goles. El club, eso sí, no estuvo a la altura de lo que se le exige a un equipo en el que todo lo que no es la victoria es el abismo.
Mbappé se fue del PSG, pero París sigue presente en su vida. Allí están muchos de sus amigos y también algunas de las empresas en las que ha invertido desde que empezó a jugar al fútbol. El delantero tiene una visión comercial muy elevada y ha entrado en el capital de diversas empresas tanto en el deporte, como por ejemplo en la categoría náutica SailGP, o una marca de cromos digitales. Además, también es imagen de distintas firmas francesas que requieren su presencia en ocasiones.
Nueva York vivirá el reencuentro. El Mundial de Clubes es la competición con la que el Madrid puede enderezar una temporada desafortunada. También es el escenario en el que le PSG puede coser el final de una de las mejores temporadas jamás hechas por un club de fútbol. En medio estará Mbappé, que no pudo jugar la primera fase por una gastroenteritis, pero ya ha tenido minutos e incluso ha marcado en los cuartos contra el Borussia Dortmund.
El fútbol está lleno de reencuentros, de jugadores que se marcharon y de repente se enfrentan a su club anterior, de goles de ex que se celebran o no. Son casi innumerables, pero a nadie se le escapa que el de Mbappé será especial. El chico de Bondy se enfrenta por primera vez al equipo en el que despegó definitivamente. París contra un parisino.