El mediocampista español, histórico jugador del Athletic Bilbao, será parte de Boca Juniors y sueña con el Mundial de Clubes, a la espera de vivir las emociones del mundo del Xeneize.
Ander le pedía a su papá, Pedro, que lo llame. No importaba que en España fueran las 2 de la madrugada. Él lo quería escuchar. Su padre le decía que estaba loco. No le importaba. Entonces, cuando estaba en la cancha, Pedro Herrera Sancristóbal, en esa época director deportivo del Zaragoza, durante un período, y del Celta, durante otro, llamaba a su hijo, que atendía con desesperación. Y, ahí, lo escuchaba: «Boca, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo, te alentaremos, de corazón, esta es tu hinchada que te quiere ver campeón». Al niño que escuchaba el corazón le latía más fuerte que nunca y las piernas le temblaban.
Pasaron algunos años y Ander Herrera se convirtió en un jugador de élite. Primero, en Zaragoza, luego en Athletic Bilbao, club que terminó siendo su casa. Brilló con Marcelo Bielsa y explotó con Ernesto Valverde. En junio de 2014, fue comprado por el Manchester United por 36 millones de euros. En ese mercado de fichajes, los Reds contrataron a un jugador argentino que era hincha de Boca y no paraba de hablarle del club al español: Marcos Rojo.
Más de diez años después de esas conversaciones, en las que el defensor argentino le hablaba de la magnitud de Boca, de lo grande de su gente, de la repercusión que genera, de la pasión de sus hinchas, compartirán equipo en el Xeneize, que se prepara con ambición de cara al 2025 y especialmente al Mundial de Clubes de la FIFA.
A los 35 años, Ander Herrera es fichaje de Boca y se suma a una lista de nombres fuertes que incluye a Rodrigo Battaglia, ex Atlético Mineiro, Alan Velasco, del FC Dallas, y Carlos Palacio, de Colo Colo, la primera gran camada de jerarquía desde la llegada de Juan Román Riquelme como presidente, un movimiento similar al que generó River Plate, su eterno rival y también clasificado al Mundial de Clubes, con incorporaciones como las de Gonzalo Montiel, Enzo Pérez y Lucas Martínez Quarta.
«Alguna noche me quedaba hasta las 2-3 de la mañana para ver a Boca y a Riquelme. Un día puse un tweet y se hizo bastante viral. Me gustaba todo cómo jugaba. Un falso lento. Parece lento pero acelera el juego«, dijo a ESPN Ander Herrera en una visita a Argentina hace algunos años atrás.
Aunque en ese momento confesó que veía muy complicado que alguna vez vistiera la camiseta azul y amarilla, la falta de minutos en Athletic Bilbao y el furioso deseo por cumplir su sueño pesaron más. Así, se suma a una lista de jugadores europeos que se vieron seducidos por el poder de la pasión argentina, como el italiano Daniele de Rossi, también en Boca, y el español Iker Muniain, actualmente en San Lorenzo.
Herrera se incorporará a una versión de Boca desesperada por ganar. Luego de caer en la final de la CONMEBOL Libertadores ante Fluminense, en el 2023, tuvo un 2024 de plena sequía. Quedó afuera de la CONMEBOL Sudamericana en los octavos de final y no estuvo cerca de luchar los campeonatos locales, conquistados por Estudiantes y Vélez.
En la fase 2 de la CONMEBOL Libertadores, el Xeneize aún debe conseguir su pasaje a la zona de grupos. De la mano de Fernando Gago, que reemplazó a Diego Martínez en octubre del año pasado, Boca se abraza a la jerarquía de jugadores de peso y veteranía como Marcos Rojo y Edinson Cavani, aunque con la convicción de que hasta ahora no le alcanzó.
No es una decisión fácil. El cambio de Europa a Sudamérica puede ser brusco. Y se trata de un riesgo grande. Pero hay una curiosidad alrededor que para algunos es demasiado difícil de ignorar. «Crecí viendo videos sobre Maradona y la Bombonera. Me enamoré del estadio y del amor que tienen los hinchas por la cancha. Creo que es similar a lo que sentimos aquí en Roma», dijo De Rossi. Muniain, por su parte, parece recibir con los brazos abiertos a su compatriota: «Es un grandísimo futbolista, de talla mundial. Que vengan estos jugadores a la liga argentina es muy positivo».
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