Aquí nadie se salva
Lo que sube tiene que bajar, y la Superliga no es la excepción en un panorama donde su presencia paulatinamente se ha ido diluyendo entre los mares de billetes que, alguna vez, aseveró la ambición de Florentino. Pero, más allá de ese pecaminoso deseo, yace otra cuestión, la cual ha retratado otra de esas caras mugrientas del ámbito futbolístico, cuya realidad no es ajena en los despachos europeos e internacionales de las todopoderosas UEFA y FIFA. Hoy en día, la integridad de los jugadores aparentemente ha sido menguada frente a los proyectos de los grandes magnates, quienes erigen competiciones sin previo aviso, ignorando la opinión pública, y especialmente la de los futbolistas.
Los negocios son ajenos a un campo de fútbol. Carecen de ese sentido deportivo que une a un mismo pueblo y saca a relucir la faceta más pasional del seguidor menos ávido del fútbol. Aquellas dinámicas mercantiles no chistan ni un milisegundo ante los posibles efectos que pueden tener sus torneos en la carrera de un jugador: Lesiones, ansiedad y partidos extenuantes; son calamidades que no sentarán bien en la vida de un futbolista, cuya efímera profesión puede finalizar a causa de una infantil falta o un simple dolor muscular.
Competiciones como la Superliga eludieron todas estas consecuencias a fin de embutir al fútbol de más y más torneos, que terminarán por fatigar física y psicológicamente a los jugadores. Un formato que se toparía con la “Champions” y las diversas ligas, más las competencias de seleccionados como la Eurocopa, Mundial de fútbol y la Liga de Naciones, la cual no queda exenta de esta encrucijada, ya que su calendario convulso ha sido criticado duramente: Casos como los de Kross, quien no tuvo pelos en la lengua para atacar este torneo, y dicho sea de paso, declarar que los futbolistas eran -y siguen siendo- “títeres de la FIFA y la UEFA”
En beneficio de los jugadores la máxima entidad europea instauró la posibilidad de realizar cinco cambios, cuya noticia peca de ser alentadora en un ambiente donde la opinión del futbolista sigue cojeando frente a los grandes y opulentos empresarios.
En España ningún futbolista pudo detener el acuerdo de tres años por una ganga de 120 millones, entre la RFEF y el régimen autoritario de Arabia Saudí para jugar la Supercopa de España en el país asiático. Ahora, Klopp, Guardiola y Gündoğan se unen para desprestigiar el nuevo formato de la “Champions” que ampliará la suma tradicional de seis partidos a diez encuentros entre semana. Una fórmula que a posteriori, obligará a los futbolistas a acondicionar su cuerpo en un calendario inhumano y extenuante.
“Somos títeres de la FIFA y la UEFA. Si hubiera un sindicato de jugadores no jugaríamos una Liga de las Naciones o una Supercopa de España en Arabia Saudí (…). Estas competiciones son para aglutinar todo económicamente» Toni Kross